martes, 14 de abril de 2009

Huevo que no has de comer, no lo dejes romper


El otro día recordé un consejo que en mi familia se trasmite de generación en generación: hay que colocar la masa en una superficie de trabajo. Y ahora, que estoy amasando unas pizzas, me acordé de que me había acordado del consejo familiar. Para no volver a olvidarlo, es que lo escribiré, y tal vez le sirva a quien lo lea.
Hay que poner los huevos sobre la mesa, le dijeron a Colón. Y así, empollando sobre un mantel bordado con hilos de oro, Colón consiguió que Isabel la Católica le financiara la expedición a Las Indias. Al embarcarse (como Colón) en un emprendimiento, es indispensable desarrollar herramientas y aplicarlas a la productividad. Tomemos como ejemplo a un hombre que va a abordar a una señorita empuñando un ramo de flores como arma ofensiva. El hombre debe saber que si no actúa con rapidez, las flores se marchitarán, y la señorita no será más que una ilusión. Algo parecido le ocurrió a un amigo. Estaba enamorado de una vecina, pero absolutamente convencido de que ella nunca se fijaría en él. Siguiendo mis consejos, mi amigo compró flores y fue a visitar a su amada. Tocó el timbre, preparado para ser rechazado. Con ese pensamiento dirigió sus ojos al ramo que llevaba en la mano. Antes de que alguien abriera la puerta, mi amigo escapó.
Moraleja: si Colón no hubiera confiado en sí mismo (y en sus huevos), todo le habría salido para el colon. De este pensamiento se desprende el axioma: no es lo mismo colon que Colón. Así que a no comerse las tildes, que la pizza está riquísma.

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